viernes, noviembre 28, 2008
Lauper: 25 años después… no es lo mismo
“Estoy feliz de estar en Lima”, repetía la rubia en un español motoso,más bien chancado, mientras una morena alzaba el cartelito que decía: “Te esperamos por 25 años”. Cindy acusó recibo del reproche desparramado sobre la cartulina, pero luego siguió desgañitándose con temas nuevos. Con un aquelarre de traks sin mucha gracia y poca voz. Sin embargo, el respetable no hizo morisquetas.
La diva de negro se había ganado el respeto de los adolescentes ochenteros que se conformaron, en sus años de gloria, con recortar las fotos de Cindy en Bravo o verla, gracias a los chicos de Polvos Azules, en sus fastuosos conciertos vía Betamax.
Por eso el aguante y la presencia en el anfiteatro del Estadio Nacional. Que si la entrada estuvo cara o el sonido no fue óptimo, no interesaba. Ver y escuchar a Cindy, la loca de ropa colorinche y carita de yo no fui, lo pagaba todo.
Y ahí estaba la gente (los chicos bien y los clasemedieros), alzando sus manos al viento para acompañar temas anodinos de su último álbum Bring Ya To The Brink y haciendo oídos sordos cuando miss Lauper desafinaba. Lo hacían con cariño. Y entonces sucedió…
Girls Just Wanna Have Fun y True colors asesinaron la modorra. Las caras mustias de las chicas cuarentonas, de esas que vestían en Far West y patinaban en Ancón, recuperaron su lozanía. Fueron diez minutos de deja vu. Un viaje al pasado con la chica irreverente, ahí, a pocos metros de la muchachita rebelde que hoy vestía de luto, con la gracia de una madame gótica rolliza.
Pero en fin, luego de ese orgasmo musical ya nada importaba. Fue como una terapia, como el pago de una vieja deuda que esa noche quedó saldada y sin intereses de por medio. Lauper pisó Lima y la pasamos bien. Y es que los chicos también queríamos divertirnos, pero hubiese sido macanudo en los ochenta.
Ahora sólo falta Madonna y U2
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