Seis de la mañana en punto, al menos eso dice mi Swatch (una imitación muy mona, tan buena que, por las noches, hasta dudo de su ilegitimidad) A esta hora ya debería estar en la oficina (de hecho es mi hora de ingreso) pero como el terremoto rajó la mole horrible de Salaverry, desde setiembre de 2007 me doy el lujo de despertarme tarde. Total, el gallinero donde nos han reubicado en la avenida Canadá (esa tripa gris flanqueada por chifas para obreros, saunas sin licencia y chancalalatas de precio justo) queda a sólo 5 minutos de mi casa.
Entonces, si el chofer no se chanta; es decir, si no va como Burocracia, la tortuga con aires perrunos de Mafalda, cruzo la puerta del ministerio a golpe de 7 (Raquel, mi jefa, no lo sabe, quizá lo presume, pero no me dice nada…aún). Sin embargo, mi amistad sincera y sin galones con los guachimanes del MTPE adelgaza mis tardanzas en el parte de ocurrencias de los chicos del “desconozco mayormente”.
De ahí lo mismo de siempre. Se repite la pinche rutina desde hace nueve meses: recoger los diarios, revisar, resumir y recortar todo lo relacionado al ministro Pasco (antes Susybel), el ministerio y lo más resaltante sobre los dardos políticos, el PBI, la inflación y demás entuertos de la cadena económica que aún no me chorrea. O sea, una lata.
No hay tiempo para disfrutar de la prosa ambigua y putona de Beto Ortiz, ni de las postillas deletéreas pero inteligentísimas del buen carnicero que es César Hildebrandt. Y claro, tampoco quedan muchos minutos para hacer hígado con los desvaríos mentales y serviles de Lévano. Ese enano menesteroso alquilado a Martín Belaunde y Ollanta Humala, que se desgañita exigiendo derechos laborales mientras en La Primera siguen con las quincenas en rojo. Total, a Lévano ese color lo enhiesta, lo pone en pindinga ideológica.
En eso ando metido hasta las 10 de la mañana. Luego chapoteo en el dial y la tele en busca de maleteos o notas sobre el ministerio que me da de comer. Eso, hasta la una, hora en que me dedico -como un autista- a escuchar, única y exclusivamente el programa económico que la simpática Clorinda tiene en CPN (sí, esa radio que esquivó el mendrugo fujimorista con el que engordó Raúl Vargas y sus huele guisos de RPP)
Entonces, si el chofer no se chanta; es decir, si no va como Burocracia, la tortuga con aires perrunos de Mafalda, cruzo la puerta del ministerio a golpe de 7 (Raquel, mi jefa, no lo sabe, quizá lo presume, pero no me dice nada…aún). Sin embargo, mi amistad sincera y sin galones con los guachimanes del MTPE adelgaza mis tardanzas en el parte de ocurrencias de los chicos del “desconozco mayormente”.
De ahí lo mismo de siempre. Se repite la pinche rutina desde hace nueve meses: recoger los diarios, revisar, resumir y recortar todo lo relacionado al ministro Pasco (antes Susybel), el ministerio y lo más resaltante sobre los dardos políticos, el PBI, la inflación y demás entuertos de la cadena económica que aún no me chorrea. O sea, una lata.
No hay tiempo para disfrutar de la prosa ambigua y putona de Beto Ortiz, ni de las postillas deletéreas pero inteligentísimas del buen carnicero que es César Hildebrandt. Y claro, tampoco quedan muchos minutos para hacer hígado con los desvaríos mentales y serviles de Lévano. Ese enano menesteroso alquilado a Martín Belaunde y Ollanta Humala, que se desgañita exigiendo derechos laborales mientras en La Primera siguen con las quincenas en rojo. Total, a Lévano ese color lo enhiesta, lo pone en pindinga ideológica.
En eso ando metido hasta las 10 de la mañana. Luego chapoteo en el dial y la tele en busca de maleteos o notas sobre el ministerio que me da de comer. Eso, hasta la una, hora en que me dedico -como un autista- a escuchar, única y exclusivamente el programa económico que la simpática Clorinda tiene en CPN (sí, esa radio que esquivó el mendrugo fujimorista con el que engordó Raúl Vargas y sus huele guisos de RPP)
Pero no estoy solo. Trabajo con Marcela Ramos (fanática de las web españolas, adicta a los desayunos con chicharón de prensa y templada hasta el tuétano de Rodríguez Zapatero). La otra redactora es Rosita (nerviosa como un toro de lidia, acopiadora de galletas Victoria y chef de huevos fritos y ensaladas rusas). El duo dinámico lo integran Tirso del Río y el buen Tenio, camarógrafo y fototógrafo, respectivamente. Inseparable sociedad que sin embargo, como buen matrimonio, ha tenido sus bemoles (Pisco fue testigo de una querella). La oficina la completan la afable Juovissa y el compañero Renán (cosa curiosa: es aprista y no me cae mal, no me enrroncha). Todos, como ya dije, estamos bajo el mando de la tía Raquel. La flaca es exigente, pero se le perdona todo porque es buena gente y, como dicen por ahí, aún está fuerte.
Con ellos comparto espacio hasta las 2 en punto. Sin regalar un segundo, emprendo el camino directamente a casa ahora que no hay clases en la universidad. Sí, aún no acabo la carrera y no ha sido por haragán. Por eso lo digo sin rubores. Mi paso por Rumbos, El Peruano, La Industria, La Razón (jamás negaré mis tres meses en ese pasquín), La Primera y la Corte de Lima me alejaron del bachillerato. Sin embargo, este año debo -por fin- acabar la carrera. Aunque antes debo soportar a los mediocres profesores de San Marcos que saben tanto de periodismo como yo sé de pasamanería y pulperías. Ni modo.
¿Qué me la llevo fácil? Pues sí y no. Mi trabajo sería (lo es) un paraíso para alguien sin aspiraciones, para un fantoche de periodista. Mi trabajo es (estoy completamente seguro de ello) un infierno para alguien que ve castradas sus capacidades en un cubículo, en un oficio mecánico, de mero oficinista. Es una penitenciaría para alguien acostumbrado a escribir, editar, crear, innovar y dirigir grupos. ¡Qué estaré pagando!, como dice el buen Tirso del Río, camarógrafo del MTPE y mejor persona.
Por eso he decidido catalogar mi temporal (eso espero) paso por el ministerio como una terapia. Para aprender a ser más humilde, para descubrir quienes son realmente amigos y para conocer un poco más a esa manada de apristas (con su manada de ayayeros, of course) y no repetir sus vicios.
Claro que le estoy agradecido a Raquel por haberme jalado al MTPE. Si no fuera así, a esta hora quizá (y empujado por el hambre) estaría escribiendo en el diario del loco Mariátegui y los Agois. O quizá andaría taxeando en mi muy querido y fiel Mazda 323. ¡Horrorrrrrrrrrrrr!
Por supuesto que siento envidia de algunos amigos (que aunque ganando menos que yo) ahora mismo están chambeando en Perú 21 o La República (aún no me termino de comer el cuento ese de Chicho). Pero es una envidia sana. Total, el periodismo es un pañuelo y da vueltas más rápido de lo que uno se imagina.
Esto ha sido, por lo tanto, un amago de catarsis. Algo pendiente conmigo mismo. Para recordarme lo mucho que sé y que me estimo. Porque de lo contrario estaría ahora mismo engordando como buen burócrata, con la panza llena, la cabeza vacía y la vergüenza haciendo agua. Más o menos como Lévano y Carranza. Sorry por no ser hipócrita, mamá se siente orgullosa de eso.
¿Qué me la llevo fácil? Pues sí y no. Mi trabajo sería (lo es) un paraíso para alguien sin aspiraciones, para un fantoche de periodista. Mi trabajo es (estoy completamente seguro de ello) un infierno para alguien que ve castradas sus capacidades en un cubículo, en un oficio mecánico, de mero oficinista. Es una penitenciaría para alguien acostumbrado a escribir, editar, crear, innovar y dirigir grupos. ¡Qué estaré pagando!, como dice el buen Tirso del Río, camarógrafo del MTPE y mejor persona.
Por eso he decidido catalogar mi temporal (eso espero) paso por el ministerio como una terapia. Para aprender a ser más humilde, para descubrir quienes son realmente amigos y para conocer un poco más a esa manada de apristas (con su manada de ayayeros, of course) y no repetir sus vicios.
Claro que le estoy agradecido a Raquel por haberme jalado al MTPE. Si no fuera así, a esta hora quizá (y empujado por el hambre) estaría escribiendo en el diario del loco Mariátegui y los Agois. O quizá andaría taxeando en mi muy querido y fiel Mazda 323. ¡Horrorrrrrrrrrrrr!
Por supuesto que siento envidia de algunos amigos (que aunque ganando menos que yo) ahora mismo están chambeando en Perú 21 o La República (aún no me termino de comer el cuento ese de Chicho). Pero es una envidia sana. Total, el periodismo es un pañuelo y da vueltas más rápido de lo que uno se imagina.
Esto ha sido, por lo tanto, un amago de catarsis. Algo pendiente conmigo mismo. Para recordarme lo mucho que sé y que me estimo. Porque de lo contrario estaría ahora mismo engordando como buen burócrata, con la panza llena, la cabeza vacía y la vergüenza haciendo agua. Más o menos como Lévano y Carranza. Sorry por no ser hipócrita, mamá se siente orgullosa de eso.
que te puedo decir, escribes bien, tienes trabajo y dps nenes lindos... no hay que quejarse tanto no? ya vendrán tiempos mejores..
ResponderBorrarcon cariño,
Aldo C.
...te dije que te admiro??? Por esto y por mucho más...porque a pesar de todo no te amilanas y no te dejas vencer...y porque aprendiste a tenerme mucha paciencia. Jeje.
ResponderBorrarTE AMO mi Truman camote.
No hay labores pequeñas: todas son grandes si se hacen con amor.
ResponderBorrarSan Josemaría Escrivá de Balaguer
El trabajo más importante no es el de la transformación del mundo, sino el de la transformación de nosotros mismos.
ResponderBorrarJuan Pablo II
Asu no hagas hígado, chico, que vas a envejecer rápido, te vas a poner amarillo y no va poder seguir regalando esos geniales post.
ResponderBorrarIronías, todos los compinches del cabrón de Juan Carlos Tafur fueron a parar al Ministerio del Atraco. Parece que le valio convertirse en lameculos de la Pinilla. Pero el chiste no le salio completo, despues de meter cabeza a media redaccion de LA PRIMERA,el poder Juidicial le clavo una gruesa indemnización por su ligereza de califitcativos. Provecho panzón sinverguenza, páganos lo q te robaste con la venta del diario!!
ResponderBorrarY te olvidas de consignar tu paso por "Gente", esa revista repleta de mermeladas donde t conocí.
ResponderBorrarA ver, Testigo ocular (te me vas cayendo pero en combi eh!). No menciono esa revistucha (de la que te saque para llevarte a La Primera)porque las tres semanas que estuve allí junto a Gibson en la supuesta reestructuracion de Gente, no dieron sus frutos. Nos fuimos porque tu padrino Escardó queria seguir con su línea mermelera. Por eso no menciono esas tres semanas mi querido traidor. Más rigor para escribir. Parece que el anónimo que ataca a Tafur y a este servidor te está pasando de a poquitos ese virus cagón que ya tomó a Carranza y compañía. Sante!
ResponderBorrarestoy de acuerdo con escribá
ResponderBorrarmy buena catarsis para seguir trabajando trnaquilo en cuanto al sueldo, al menos por un tiempo
hace unos minutos chateaba con otra gran periodista que ha sido jalada para un ministerio
por una extraña coincidencia, la mayoría de reporteros jóvenes -los más destacados y q incluso sacaban notas contra el gobierno- han sido jalados para trabajar en el régimen
no estoy diciendo q sean unos vendidos, porque entre cobrar una quincena misia cada veinte días sin ningún derecho laboral y cobrar puntual un sueldo decoroso con cierta estabilidad laboral, yo tampoco le haría asco a un ministerio
pero dicen q las coincidencias no existen, ¿no?
Compadrito de mi zóncora!!! Para que veas que siempre te leo, jajja,
ResponderBorrarSea como sea, cada año escribes mejor, y con cada "post" tuyo te admiro mucho más como periodista.
Recuerda que uno no es lo que hace, y yo sí se de eso amigo, que mi trabajo es un bozal mental que me esta reduciendo el cerebro más rápido que un Jíbaro a su enemigo. Jajajaj, un abrazo muy fuerte y pasame tu fono que lo perdí al cambiar cell y ahora se que estas hueviando después de las dos de la tarde, ;-)
Renzo Bolívar.
q mierda q son los trabajos en este pais , yo tengo 18 años y quise trabajr en pizza hut y en otros lugares peor te pagan una mierda es la vrdad por eso ya decidi que quiero hacer mi vida lejos del puto peru !! ta lueguito!!
ResponderBorrar